martes, 29 de enero de 2008

Entorno complejo para el inversor

La volatilidad se ha disparado. Ha sido un proceso gradual de los últimos meses y ahora nos encontramos en que días en los que los movimientos no superan la barrera del 1% no son nada. Claramente no es una situación normal así que habrá que estar en guardia hasta que vuelvan los días aburridos, y eso puede tardar en llegar.

La incertidumbre, fuente de la volatilidad, está muy presente básicamente porque no hay elementos a los que agarrarse. Intentar predecir el futuro en base al pasado no siempre funciona y en situaciones particularmente complejas como la actual es prácticamente imposible.

Ante la avalancha de análisis comparativos con la crisis de 1987 creo que es muy interesante el análisis planteado en el artículo publicado ayer domingo 27 en EL PAIS escrito por J. Bradford DeLong, Secretario del Tesoro durante el mandato de Bill Clinton (últimamente están de moda todos los que participaron o fueron asesores económicos durante esa época como Nouriel Roubini).

El artículo se titula “Tres remedios para tres crisis” y en él explica cómo un mismo evento puede desencadenar tipos diferentes de crisis. El supuesto de partida es una caída rápida del precio de unos activos que poseen instituciones (banca, seguros, fondos de pensiones, etc.) ya sea en cartera o como garantía de préstamos (¿les suena?).

El primer tipo es una crisis de liquidez por una caída de confianza en el sistema. El miedo a que las instituciones se deshagan de esos activos de forma rápida y se hundan los precios mantiene a los compradores al margen, provocando una parálisis o falta de liquidez en el mercado. En este caso los bancos centrales tienen que restablecer la seguridad en que las instituciones no tendrán necesidad de vender los activos de forma desordenada. Para ello tiene que postularse como prestatarios de dinero mientras se restablece la confianza de forma que nadie sale perdiendo.

El segundo tipo es una crisis de solvencia. Los precios han caído porque ha cambiado el contexto o porque han alcanzado unos precios máximos en un frenesí especulativo. Los bancos no tienen grandes reservas por lo que la caída de precio de estos activos ataca a su capacidad de devolver los depósitos de sus clientes. La solución es crear la suficiente inflación como para que los activos suban de precio (se consigue mediante reducción prolongada de los tipos de interés). Como la deuda es nominal y no referenciada a la inflación se mantiene la solvencia de las instituciones. Evidentemente hay efectos laterales pero se consideran menores antes la posibilidad de una recesión prolongada (depresión) y un paro muy elevado.

El tercer tipo es como el segundo pero con una caída mayor de precios con lo que ni siquiera rebajar los tipos de interés de forma prolongada crea la suficiente inflación para devolver la solvencia a las instituciones. En este caso o se nacionalizan dichas instituciones, con los problemas que conlleva, o se da un impulso mayor a la inflación incrementando la masa monetaria en circulación (creando dinero del aire). De nuevo los efectos de la inflación se consideran un mal menor ante la opción de dejar que las cosas sigan su curso natural.

Según el articulista la Reserva Federal enfocó la crisis actual como si fuera del primer tipo y ha cambiado su visión hace poco hacia el segundo. Todavía ningún político se la ha planteado como del tercero.

Conclusión

Se abren muchas preguntas tras la lectura del artículo. Por ejemplo, ¿dónde nos lleva solucionar los problemas del estallido de una burbuja con otra burbuja? ¿Y cuál es el impacto en la economía real y financiera mundial de la devaluación del dólar, que hasta ahora era la divisa de reserva de los bancos centrales? ¿Y el impacto social de incrementar aún más las desigualdades entre los ricos con acceso a asesoramiento y el resto de trabajadores?

Al inversor se le ponen las cosas difíciles. La renta variable en estos momentos no produce confianza y aunque es posible que su valor nominal aumente no lo hará lo suficiente como para compensar la inflación. Cualquier tipo de renta fija, sea a corto plazo en forma de depósito o a largo plazo, tampoco permitirá mantener el poder adquisitivo en un entorno altamente inflacionario (además del problema de solvencia de los emisores de dicha deuda). El arte está de moda entre las grandes fortunas y efectivamente son depósitos de valor pero no están al alcance de los inversores comunes. El inmobiliario no es un mal activo pero comprar ahora en plena caída de precios no es muy recomendable y además hay dos factores importantes, si se pide un préstamo para la compra hay que estar seguro de poder pagarlo en el futuro y no se puede contar con tenerlo alquilado el 100% del tiempo.

¿Qué le queda al inversor? Pues a mi parecer le quedan dos opciones: materias primas directas, que subirán al calor de la inflación, y metales preciosos, que no pueden ser multiplicados a voluntad apretando un botón.

Lo que sí está claro es que la volatilidad en los mercados financieros ha venido para quedarse un rato.

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