martes, 1 de julio de 2008

Bancos centrales: no hay mucho margen de maniobra individual

A pesar de parecer repetitivo quiero insistir en que la inflación actual es una combinación de dos factores: una demanda creciente por parte de paises emergentes y una expansión monetaria (dinero en circulación) sin precedentes. Esta última ha posibilitado el fortalecimiento de los países emergentes lo cuál es bueno desde cualquier punto de vista. El hecho de que las materias primas suban de precio es una consecuencia inevitable pero a la que los países ricos se resisten ya que les despierta de un letargo en el que podian imponer su voluntad en otros países y tener cualquier materias básica a un precio bajo. Además, la intervención política en los precios de algunos recursos no ha hecho sino empeorar las cosas. En Estados Unidos el ejemplo es evidente con el combustible a base de maíz y en España con una electricidad subvencionada en base a una deuda que algún día habrá que pagar.

Política monetaria condicionada

La expansión monetaria es un problema serio para los bancos centrales ya que con la movilidad global de los capitales el dinero busca siempre el rendimiento fácil. Si el Banco Central Europeo sube los tipos de referencia al margen de otros bancos centrales (una subida seria, no 0,25%), se produciría un flujo de capitales aún más importante que el actual. El impacto sería muy claro: el euro se reforzaría frente a las demás divisa libres, las exportaciones disminuirían, la actividad empresarial bajaría y entraríamos en recesión. Sin embargo, no implicaría necesariamente una disminución de la inflación ya que el dinero seguiría existiendo y la demanda de los países emergentes también.

Es por este motivo que se habla insistentemente de que cualquier medida que se tome por parte de los bancos centrales debe ser conjunta y orquestrada. Salvo que se actúe para reducir la masa monetaria en circulación y "entretener el dinero sobrante" las subidas de tipos de interés no serán una herramienta efectiva para luchar contra la inflación.

Por ahora parece que gran parte de este dinero está indeciso y no sabe hacia dónde dirigirse. En el caso de China hay una decisión clara, la preocupación por garantizarse el suministro de materias primas está haciendo que invierta en Suramérica, Africa y en modernizar su flota naval para garantizar el suministro de petróleo via marítima.

Otro destino del dinero están siendo propiedades inmobiliarias significativas cuyo valor es innegable y aunque sujeto a los vaivenes del mercado permitirá sortear los malos tiempos. Por ejemplo, el fondo de Abu Dhabi ha comprado el edificio Chrysler, y recientemente también se ha vendido el edificio de General Motors a otros fondos soberanos árabes. Es razonable esperar un incremento de este tipo de operaciones en el futuro.

Finalmente también han habido inversiones industriales y financieras pero han sido lo de menos, parece que todavía Estados Unidos no se hace a la idea de que es rico en activos pero pobre en liquidez y que tiene que dejar que sus acreedores liquiden la deuda de alguna forma. La toma de posiciones en grandes entidades financieras ha sido un movimiento que a primera vista no parece muy inteligente porque ya arrastran graves pérdidas pero es la única manera en que han podido tomar posiciones tan relevantes en estas entidades sin levantar barreras proteccionistas.

Hacia dónde vamos

Ninguna moneda de papel (moneda sin respaldo de activos tangibles que impongan una rigidez en la política monetaria) ha conseguido sobrevivir al paso del tiempo. Da la impresión de que el sistema monetario actual, basado en la confianza en las monedas, seguirá el mismo camino. Para evitar ese final tendría que haber una decisión global y unánime de todos los bancos centrales de secar los manantiales de dinero e imponer la rigidez presupuestaria a los gobernantes. Se me antoja imposible.

No se puede predecir cuánto tiempo tardará este escenario en desarrollarse y llegar a una situación en que los ciudadanos desconfíen tanto de sus monedas que sea imprescindible acuñar un nuevo sistema monetario. Aunque parezca descabellado no olvidemos que en el siglo XX se hizo dos veces, tras la segunda guerra mundial (acuerdo de Breton Woods, en que el dólar fue considerado "mejor que el oro" y se estableció una paridad dólar - oro ) y en 1971 cuando Estados Unidos rompió la paridad y hubo que definir el sistema actual.