viernes, 14 de diciembre de 2007

Innovación financiera a favor del inversor particular

En el mercado financiero hay cosas que no han cambiado desde hace más de 100 años pero no es precisamente un sector inmóvil y poco innovador. De hecho, en los últimos años se ha vivido una innovación quizás equivalente a la revolución que supuso Internet para la industria y los servicios.

A nivel de altas finanzas el crecimiento de los mercados de derivados ha sido espectacular y la complejidad ha llegado a tal punto que muchos actores de este mercado no entendían lo que compraban o vendían. El problema ha sido que muy pocos han tenido el sentido común y valentía de no ceder a la presión del ambiente y reconocer que no compran algo que no entienden. Y así estamos ahora, sufriendo las consecuencias de esa burbuja de altas finanzas.

Innovación para el inversor particular

A nivel de inversor particular la mayor revolución podría decirse que son los ETFs, Exchange Traded Funds o fondos cotizados en castellano. Un ETF es básicamente una acción que cotiza como cualquier otra en el mercado pero que está compuesta a su vez por una cesta de acciones como si de un fondo de inversión se tratara. Las diferencias básicas son que un fondo tiene un gestor que decide en qué invertir el dinero mientras que los ETFs no son gestionados sino indexados (por ahora). Además los ETFs tienen unas comisiones muy bajas y se pueden comprar y vender en cualquier momento del día, no a cierre de mercado como un fondo. El invento es norteamericano y allí no existe la ventaja fiscal de traspaso entre fondos que disfrutamos los españoles por lo que las comisiones y el hecho de que pocos fondos gestionados baten a los índices los ha convertido en productos muy populares.

El primer ETF en aparecer, y el más popular, es el que sigue el índice S&P500. De hecho es el valor más negociado de Wall Street. A partir del éxito de este producto fueron saliendo ETFs para replicar los principales índices bursátiles hasta llegar a cubrir también subíndices e incluso índices "fundamentales" cuyo diseño es diferente al tradicional basado por capitalización.

Actualmente existen ETFs que permiten exponerse a la evolución de la renta fija, índices de private equity, metales preciosos, materias primas, divisas e incluso aprovechar los mercados bajistas.

Diversificar una cartera

Diversificar una cartera no significa tener un poco de todo ya que cuando algo suma otra cosa resta y nos quedamos con un resultado mediocre. Una buena diversificación, a mi entender, empieza por tener el patrimonio repartido entre diferentes gestores con libertad de gestión y con un historial de éxito en mercados turbulentos (fondos globales o flexibles, no necesariamente de inversión libre o hedge).

Y en la parte reservada a gestionar por uno mismo yo optaría por entrar en tangibles (materias primas, metales preciosos y energía) y en renta variable de temáticas que suban al calor de la inflación. En este punto es donde los ETFs permiten realizar esta diversificación que antes era mucho más complicada.

Conclusión

Los ETFs han simplificado enormemente la diversificación de la cartera e incluso permiten apostar por mercados bajistas sin entrar en la complejidad de los derivados (futuros y opciones). Ahora más que nunca un inversor particular puede controlar su destino y aplicando principios básicos y una buena dósis de disciplina conseguir resultados a medio plazo sorprendentes.

¿Y el secreto de los resultados extraordinarios? La volatilidad, que no riesgo.